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Constelaciones familiares reconciliación integración salud mental
"El simulacro no es lo que oculta la verdad, es la verdad la que oculta que no hay verdad. El simulacro es verdadero"
Jean Baudrillard
Las constelaciones no son descubrir los secretos familiares, no es que te hagan sentir como un niño por no actuar como deberías, no es defender una ideología, no es ser espiritual o dejar de serlo, no es hablar con los muertos, no es el remedio de todos los males, ni una píldora mágica, ni un remedio, ni un sustituto de la medicina o de la psicoterapia. Es tan sólo un movimiento hacia la reconciliación.
Cuando tenemos un conflicto con alguno de nuestros progenitores, sucede que vamos perdiendo algo de nuestro propio territorio, porque nuestro territorio no comienza en el país, en el estado, en el lugar donde nacimos, comienza más atrás; en nuestro origen e incluso más atrás; en el origen de nuestro origen; todos las creencias que tenemos sobre nuestra propia vida son lealtades invisibles que determinan nuestros alcances y limitaciones para relacionarnos con la vida. Y es entonces que nuestro cuerpo se encuentra invadido por la información histórica de nuestras familias, y no miramos la realidad sino la historia con la que se relacionaron nuestros padres, nuestros tíos, nuestros abuelos, la lucha de alguno de ellos, nos ponemos de un lado o del otro sin atravesar el conflicto. “Las mujeres son fuertes”, “el dinero es como el agua” “todos los hombres son iguales” “desconfía de tus amistades, etc… De esta manera nos perdemos de la capacidad de decidir por nuestra propia cuenta, de averiguar si efectivamente las relaciones son como me dijeron que eran, si el dinero es como el agua, de saber si hay responsabilidad nuestra de encontrar hombres así, si podemos dejar de luchar con uno de los bandos.
Es como si estuviéramos en una paraje oscuro y solo pudiéramos alumbrar la vida con las herramientas que heredamos.
Recuperar nuestro propio territorio es reconciliarnos con nuestra historia, con las muertes, con los conflictos no resueltos, con las cosas no dichas y aceptar, así tal y como fue, sin pretender cambiarla, solo conocerla y entender un poco más a nuestro padre, a nuestra madre, a la herencia cultural y el impulso de esa fuerza para que finalmente sea reconocida, tomada y ampliada en nuestras manos para iluminar mejor nuestro paraje e ir recuperando así nuestra diligencia, alumbrar mejor nuestras decisiones, reconciliarnos con nuestro cuerpo en vez de tratar de eliminar lo malo que pensamos que había en él. Y es de esta manera es que podemos comenzar a mirar con respeto y dignidad todas las historias y a todas las personas. Porque cada vez que alguien no nos parece por como es, cada vez que pretendemos cambiarla, podemos entender que una parte de nosotros aun no está reconciliada, aun seguimos mirando con la mirada de lo que heredamos, de lo que no logramos reconciliar y recuperar de nuestro propio territorio.
Las constelaciones buscan en definitiva que recuperemos nuestro propio territorio y entender que nuestra autonomía se desarrolla lejos de la lealtad, y cerca del respeto a toda la diversidad y todos los caminos recorridos que son también nuestros caminos, porque en el fondo, en el fondo de todo esto la reconciliación de una sola persona permite un movimiento del colectivo hacia esa reconciliación.
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