Muchas veces, a lo largo de nuestra vida, nos hemos visto enfrentados a decisiones cruciales en las que nuestros intereses y sueños se han visto afectados, en muchos casos, hemos elegido seguir ciertos caminos a pesar de haber dejado atrás metas y deseos que alguna vez fueron importantes para nosotros.

A menudo, estas decisiones son consecuencia del paso de los años y de la madurez, y aunque es natural evolucionar y cambiar nuestros objetivos, es importante no olvidarnos de aquello que nos hacía felices cuando éramos niños.

Cada uno de nosotros lleva dentro a ese niño que alguna vez fuimos, llenos de sueños e ilusiones, ese niño interior es capaz de dar con las respuestas que muchas veces anhelamos. Los niños suelen ser muy sabios y honestos acerca de lo que quieren y lo que necesitan, es por eso que es importante escuchar su voz y nutrir nuestra alma con esa sabiduría infantil.

Recuperar nuestro niño interior, aquella parte de nosotros que sentía pasión por cosas simples como jugar, crear, explorar y disfrutar de la vida es un paso, quizá, más importante de lo que pensamos, no se trata de volver a ser un niño, sino de volver a conectar con una parte fundamental de nuestra esencia, que nos aportará una perspectiva única y valiosa.

Es importante tener en cuenta que no importa cuánto tiempo haya pasado, nunca es tarde para recuperar sus sueños y metas olvidados. Tal vez se necesite un poco más de esfuerzo, pero el resultado final será gratificante, es necesario recordar que el niño interior reside en nosotros y no importa cuántos años hayan pasado, siempre está ahí, esperando para ser escuchado.

La vida puede ser difícil, pero cuando encontramos el camino hacia nuestro niño interior, no solo encontramos la sabiduría y la alegría que una vez tuvimos, sino que también nos convertimos en seres más auténticos y felices, así que, no tengas miedo de volver a tus sueños y metas de la infancia, porque nunca es tarde para recuperarlos y vivir una vida plena y satisfactoria.