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“Tu intenso sufrimiento no se debe a los rasgos de tu signo; ni es un desequilibrio hormonal; no es la menopausia y el mundo no “la trae contra ti”… Tú podrías estar viviendo con el Trastorno de la personalidad límite. No te puedo ayudar con los rasgos de tu signo, pero la psicoterapia especializada sí puede cambiar tu vida”.

Cada cosa que sientes, la sientes a tope. Lo que otros sienten como emociones intensas de vez en cuando, son los sentimientos que tú experimentas cada minuto del día y, para ti, una emoción intensa es el cielo del gozo o un mundo de dolor intolerable… discutir con un ser querido, enamorarte y compartir.

Eres hipersensible. El rechazo te hunde en terrible depresión. La oscuridad se apodera de tu mente y pareciera que cada sentimiento es permanente… Temes que siempre estarás sola, nadie podría jamás amarte, eres inaceptable. Destruyes todas tus relaciones. Solo el alcohol o las drogas ayudan, a veces el sexo te calma, incluso con extraños; tu conducta es violenta, no puedes controlar tu ira, tu desesperación, tu miedo… el vacío te consume. Te preguntas si eres real y tienes que cortarte para sentir algo, lo que sea. Pocos días pasan sin que pienses en ponerle un alto a todo… que venga la muerte o yo iré por ella.

“Vivo en un mar de contradicciones y nunca he aprendido a nadar”, me dijo una paciente que sufre esta sensibilidad extrema. “Lo que más temo es que me abandonen, pero mi conducta aleja a todo mundo”.

Quizá tú, como ella, sufres dos reacciones comunes a la desilusión y al rechazo, llamados “ansiedad por separación” y “depresión por abandono”. La gente te llama “tóxica”, pero tú sabes que lo único que haces mal… es que amas demasiado.

Nunca has entendido porqué sientes tanto, pero desde la secundaria sabías que no eras como los demás. Amas con desesperación, pero te da mucho miedo la intimidad. A veces piensas que “así son las personas de tu signo”; algunas otras supones que tienes un desequilibrio hormonal…

Lo más probable, sin embargo, es que sufres algo llamado Trastorno de la personalidad límite, el trastorno de la personalidad más común, fácil de confundir con depresión y ansiedad.

Y te tengo buenas noticias… sí tu infelicidad y sufrimiento es causado porque eres una Leo… no hay nada que hacer al respecto, pero si sufres este trastorno, con psicoterapia tu vida puede cambiar.

¿Sufres tú el trastorno de la personalidad límite?

  • ¿Te consideras demasiado insegura?
  • ¿Son tus amistades y relaciones inestables?
  • ¿Te da miedo quedarte sola o demasiado dolor terminar una relación?
  • ¿Tus emociones son muy intensas y cambian de un extremo al otro?
  • Si te desilusionan o te rechazan, ¿sufres depresión y ansiedad?
  • ¿No logras entenderte a ti misma, saber qué quieres y cómo eres?
  • ¿Actúas sin pensar en las consecuencias? ¿Tomas riesgos excesivos?
  • ¿Te has hecho daño alguna vez?
  • ¿Tienes problemas para controlar tu ira; es excesiva?
  • ¿Sientes que tu vida no es normal y siempre tienes muchos problemas?
  • ¿Siempre sufres mucho?
  • ¿Abusas de alcohol, drogas, sexo, compras o la comida?
  • ¿Te sientes vacía?
  • ¿Has pensado, intentado o amenazado suicidarte… frecuentemente?
  • ¿Sientes que el mundo es irreal y tú también?

El Trastorno de la personalidad límite es una enfermedad mental que afecta el comportamiento, la percepción y el pensamiento. Quienes lo sufren, 1) perciben su entorno y a sí mismas de maneras inadecuadas, 2) se relacionan con los demás de maneras inadaptadas, 3) tienen pensamientos negativos sobre los demás y sobre sí mismas, lo cual afecta: a) sus relaciones, b) su estado de ánimo y c) su autoimagen.

No es un trastorno fácil de reconocer y aún no es bien entendido, pero lee con atención las siguientes tres afirmaciones. Es posible que no las creas, pero te invito a darme el beneficio de la duda, porque estas tras afirmaciones difíciles de aceptar pueden cambiar el curso de tu vida—

Primera. Quien vive con el Trastorno de la personalidad límite puede llegar a vivir una vida “normal”, disfrutar del amor en pareja, buenas amistades, formar una familia estable, alcanzar éxito profesional, cumplir sus ambiciones.

Segunda. Tus sentimientos pueden llegar a ser similares a los que experimenta cualquier persona, sin reacciones extremas constantes, sin “montaña rusa emocional”. La gran intensidad emocional, tan característica del trastorno, puede ser modulada.

Tercera. Tú puedes aprender a controlar, y hasta evitar, la depresión que sientes que te ahoga; el vacío que te impulsa a conductas autodestructivas; y los pensamientos descorazonadores que te convencen de que no vales y eres terrible.

 Son logros difíciles que requieren determinación por muchos años, y esa determinación no es fácil para una Persona límite. Para llegar a ese punto, necesitas ayuda y esa ayuda la obtendrás solo en psicoterapia.

Tu trastorno no se modificará sin esfuerzo. Nunca llegará esa pareja perfecta que resolverá tus problemas, te amará sin condición y cuidará de ti para siempre. Por lo tanto, tu primera misión es:

Acepta que nada va a cambiar si no haces algo para cambiar.

Tú estás convencida de que tus problemas y emociones resultan de lo que pasa “allá afuera”. Tú eres víctima de las circunstancias, pero no es así. entonces, tu segunda misión es:

Acepta que el problema viene de tu interior y la solución vendrá de tu interior.

Por ahora, solo acepta que es posible.

Tu trastorno tiene 3 “patas”

El Trastorno de la personalidad límite lleva a conductas extremas, pero, contrario a lo que piensa la psiquiatría, no es, en realidad, un trastorno de conductas. Muchas personas con el trastorno no cumplen los criterios conductuales establecidos para su diagnóstico.

Tus conductas resultan de que no sabes regular tus emociones, ni resolver el vacío que experimentas en tu interior. Cuando una persona siente angustia, se defiende de la angustia. Lógico. Así que el trastorno depende de cómo tú sientes la angustia y cómo te defiendes de ella:

Cuando actúas motivada por lo que consideras que es lo mejor para ti o lo que deseas, a lo cual vamos a llamar Autoactivación, y esa acción resulta en desilusión, frustración, falta de sintonía de las personas importantes para ti o rechazo, vienen dos sentimientos intensos, dolorosos, intolerables: Ansiedad por separación y Depresión por abandono, algo que la psiquiatría llama disforia. La disforia te mueve hacia mecanismos defensivos para protegerte de esos sentimientos aplastantes, conocidos como Autodestructivos.

Así que esta es una dinámica de “tres patas” que explica cómo el trastorno domina tu sentimiento y conducta:

Autoactivación → Disforia → Defensa Autodestructiva

Te doy un ejemplo. Puedes ir viendo las “patas” con los números 1: Autoactivación; 2: Disforia; 3: Defensa–

Una muchacha sale con un muchacho que le gusta mucho. En la cita, él la besa y la toca, intentando seducirla. Ella no desea llegar tan lejos en ese momento. Se acaban de conocer, ese mucho le gusta, le interesa esta amistad quizá como relación romántica, pero es muy pronto. Ella intenta frenarlo (1). Él se molesta y dice que ya se tiene que ir. Al instante, ella se siente rechazada y viene ese sentimiento que conoce muy bien de depresión y miedo a la soledad (2). Para evitar esa dolorosa depresión, lo besa, cede a la presión y satisface los deseos del muchacho (3).

La conducta final, sexo bajo presión, es lo que captaría la atención de un psiquiatra o terapeuta normalmente, pues es una conducta de riesgo, pero esa conducta no es exactamente que indica el diagnóstico Límite. Mira el mismo ejemplo con diferente desenlace–

Una muchacha sale con un muchacho que le gusta mucho. En la cita, él la besa y la toca, intentando seducirla. Ella no desea llegar tan lejos en ese momento. Se acaban de conocer, ese mucho le gusta, le interesa esta amistad quizá como relación romántica, pero es muy pronto. Ella intenta frenarlo (1). Él se molesta y dice que ya se tiene que ir. Al instante, ella se siente rechazada y viene ese sentimiento que conoce muy bien de depresión y miedo a la soledad (2). Para evitar esa dolorosa depresión, al llegar a casa comienza a enviar mensajes de texto a su exnovio, uno tras otro el resto de la noche, intentando reconectar con él, seductiva, coqueta con un hombre al que había dejado antes por su trato violento (3).

En este último caso, la conducta defensiva no suena como algo que debiera ser atendido por un psiquiatra: pasarse la noche coqueteando con un muchacho. Entonces, ¿esta última persona no sufre el trastorno?

Claro que sí. El punto de James Masterson—la genialidad de Masterson—quien formuló esta mecánica de tres patas, llamada la Triada de los Trastornos del Self, fue, precisamente, demostrar que no es la conducta elegida por la persona lo que es diagnosticable, sino el hecho de que recurra a acciones autodestructivas para evitar los sentimientos que surgen de su autoactivación. Ese es el indicador del trastorno. La clave está en la tercera “pata” de la Triada:

La disforia te mueve hacia mecanismos defensivos para protegerte de esos sentimientos aplastantes, conocidos como Autodestructivos.

Es claro que tener sexo con un extraño, bajo presión, con tal de que no te dejen sola es una conducta autodestructiva, pero, ¿por qué pensar que conversar toda la noche con tu exnovio, aunque no haya sido precisamente el mejor novio, también lo es?

No es autodestructivo, en sí mismo, pasar la noche reviviendo una vieja flama romántica, pero en el contexto de la Triada es un mecanismo de defensa autodestructivo porque atenta contra tus mejores intereses y lo cual usas para protegerte de la ansiedad de separación y la depresión por abandono.

Los actos autodestructivos son aquellos que van en contra de lo que querías, niegan tu voluntad, niegan la expresión genuina de quien tú eres, invalidan tus deseos y necesidades.

Esta es la mecánica base del Trastorno de la personalidad límite, pero, así como la triada consiste de tres elementos, en psicoterapia busco enseñarte tres puntos de intervención en esa mecánica con estrategias que te enseñarán a aprender a controlar tus impulsos, regular tus emociones y ascender de la depresión al e e equilibrio emocional, por ti misma. Requiere práctica, esfuerzo y determinación. Y, al menos al principio, bastante ayuda.

Pero nada de lo que has intentado ha funcionado. Es tiempo de recurrir a lo que sí funciona. Es tiempo de venir a terapia.


 
 

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